Mario Molina (químico)

Durante sus últimos años fue un vocal divulgador de los peligros del calentamiento global.

En Berkeley se incorporó al grupo de investigación del profesor George C.

[5]​ Molina obtuvo el doctorado en 1972 y permaneció un año más en Berkeley, antes de convertirse, en 1973, en investigador asociado en la Universidad de California, Irvine, junto con el Profesor Frank Sherwood Rowland.

Después de siete años en Irvine, decidió explorar la vida profesional extraacadémica y se unió al Jet Propulsion Laboratory, en el grupo de física y química molecular.

[10]​ Presidió el Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente.

Tras arduas deliberaciones, Molina y Rowland consiguieron la aprobación a sus tesis en encuentros científicos internacionales y estuvieron presentes en las reuniones en las que se fijaron los parámetros de control que debía hacer cada país en la emisión de CFC.

En 1994 su trabajo le brindó el nombramiento, por parte del presidente de Estados Unidos, como miembro del comité que le asesoró sobre asuntos de ciencia y otro reconocimiento tecnológico, al que pertenecen 21 científicos.

El galardón también se concedió al neerlandés Crutzen, del Instituto Max-Planck de Química de Maguncia (Al), quien halló en 1970 que los gases contaminantes tienen un efecto destructor en esa capa, sin descomponerse.

[cita requerida] Molina poseía también los premios Tyler (1983) y Essekeb (1987) que concede la American Chemical Society, el Newcomb-Cleveland de la Asociación estadounidense para el Avance de la Ciencia (1987) por un artículo publicado en la revista Science que explicaba sus trabajos sobre la química del agujero de ozono en la Antártida y la medalla de la National Aeronautics and Space Administration (NASA) (1989) en reconocimiento a sus logros científicos.

Mario Molina (izq.), con Luis Ernesto Miramontes , ca. 1995.
Mario Molina junto con el ministro chileno Pablo Badenier .