Al terminar la guerra, tuvo que emigrar a Francia y se refugió en Tolouse con su íntimo amigo Erasmo de Janer.
[2] Era una de las figuras más destacadas del campo político tradicionalista catalán.
Fue uno de los patrocinadores del diario carlista El Correo Catalán.
[2] Como aficionado a la literatura y la ciencia, fue el protector de la gran Biblioteca «Patria» y tradujo al español varias obras científicas, especialmente de homeopatía.
[2] En 1912 encargó al arquitecto modernista Juan Rubió y Bellver la construcción en Ripoll de la capilla San Miguel de la Roqueta, que no llegó a ver acabada.