Después de su labor en la comedia francesa trabaja en el teatro Sarah Bernhardt, al enviudar embarca en gira hacia Argentina en 1905.
A las representaciones asiste emocionada Victoria Ocampo que en sus memorias escribirá: Le besé las manos.
[…] Todo lo que ella me había dado, cuando me los leía [los textos] o yo se los decía a ella, en un cuarto que ya no existe – fuera de mi memoria – en la esquina de Florida y Viamonte.
(Nunca vi un traje que tradujera con tanta elocuencia el lenguaje de la locura).
Y yo, entre los dos, rodeada del « temps retrouvé », no sabía si al reirme lloraría.