En 1968 se casó con Salvador Sánchez Cerén, con quien tuvo cuatro hijos.
Sus compañeras de estudios la recuerdan como una joven solidaria y optimista.
Fue entrenadora en la banda de paz de su escuela y siempre participó en los actos culturales y cívicos estudiantiles.
Era muy joven cuando El Salvador entraba a una época de amplios movimientos populares que exigían democracia y respeto a los derechos humanos fundamentales.
El presidente y la primera dama anunciaron que residirían en su casa durante sus mandatos, en lugar de la Casa Presidencial, la residencia oficial del presidente.