Es una figura señera entre los escritores y poetas en asturiano.
Pero su gran avidez por estudiar y por el conocimiento, lo encaminó al Colegio de La Merced, de Domingo Álvarez Acebal, donde inició su formación.
Posteriormente, sería su profesor, llegando a fundar el Colegio de San José.
También escribió en periódicos locales y dirigió El Vigía.
En los Juegos Florales celebrados en Avilés en 1904 fue premiado por su canto A la mujer avilesina; en los de 1918 su composición Covadonga, y en los de 1927 obtuvo también premio con un soneto dedicado a la memoria del escritor Juan Ochoa y Betancourt.