Las Marchas de Sandakan son consideradas por muchos como las peores atrocidades sufridas por fuerzas australianas durante la Segunda Guerra Mundial.
Al igual que el Ferrocarril de Birmania, los prisioneros fueron forzados a trabajar bajo amenaza de muerte, y eran frecuentemente golpeados al mismo tiempo que recibían muy poca comida o atención médica.
Todas las raciones que recibían fueron disminuidas, y los prisioneros enfermos también fueron forzados a trabajar en la pista.
Luego de completada la construcción, se mantuvo inicialmente a los prisioneros en el campo.
En enero de 1945, con tan solo 1,900 prisioneros aún con vida, los aliados lograron bombardear y destruir la pista.
La marcha duró 26 días, con prisioneros en condiciones mucho más malas que los que estuvieron en las primeras marchas, y se les proveyó de menos raciones y en ocasiones fueron incluso forzados a buscar su propia comida.
Luego de que la segunda marcha partiera, quedaron aproximadamente 250 personas en Sandakan.
Los hombres que quedaban estaban tan débiles ninguno sobrevivió más allá de los 50 kilómetros (31,1 mi).
El mundo pudo escuchar los testimonios de los crímenes y atrocidades que habían sido cometidas.
La obra fue escrita por el compositor australiano Jonathan Mills, cuyo padre sobrevivió un periodo de encarcelamiento en Sandakan entre 1942-1943.