Una marca blanca, también denominada marca del distribuidor (MDD) o marca propia, identifica a los productos pertenecientes a una cadena de distribución (generalmente, híper o supermercado, pero también de gran distribución especializada), los cuales se comercializan exclusivamente en sus establecimientos o en los vinculados al grupo.El minorista puede comercializar artículos exclusivos con su propio nombre, como ocurre con Grupo Unide, DIA, o Hipercor.[1] Por lo general, los distribuidores no producen los artículos de sus marcas, sino que subcontratan su producción a otras empresas.Las marcas blancas se han considerado tradicionalmente una estrategia B2C (abreviatura de Business-to-customer, ‘del negocio al cliente’, en inglés).El desarrollo de las marcas blancas empezó en 1975, con lo que entonces se llamó «producto libre».Las marcas blancas aparecen y se consolidan para artículos de compra con poca implicación emocional por parte del comprador o usuario final.La reducción del precio de estos productos, frente a otros en los que marca es compartida por diferentes distribuidores, es notable.No obstante en otros países es habitual encontrar productos de gama básica que carecen de ninguna personalización asociada al distribuidor como una gama aún más económica.