María de Córdoba (actriz)

[nota 2]​[3]​ Todo parece indicar que la futura "bella y/o sultana Amarilis", viviendo en el ambiente de la farándula se inició como actriz hacia 1615, coincidiendo con su matrimonio con Andrés de la Vega.

Cuatro años después (1622) su popularidad la hizo ser reclamada a la Corte, y abandonar la compañía de Juan Bautista Valenciano, con la que se encontraba en Granada.

[5]​ No obstante, seguirían colaborando en el negocio teatral, y tras una enfermedad de María en que la cómica llegó a hacer testamento, ya restablecida continuó asociada a su marido que "otorgó poder en su favor para que actuase legalmente en su nombre, en calidad de apoderada y compartiendo la gestión".

Anota Cotarelo que Andrés de la Vega dejó a su mujer como testamentaria y que ella prosiguió durante unos años alquilando vestuario, pero todos los investigadores coinciden en que ya debía de haber dejado la escena hacia 1645, aunque queda noticia de su participación en algún evento, como se deduce del testimonio de Felipe IV, que en una carta escrita en 1650 a Luisa Enríquez Manrique, condesa de Paredes de Nava, le dice:[6]​ Definida por el erudito Caramuel como actriz "prodigiosa en su profesión: recitaba, cantaba, tañía, bailaba y en fin, no hacía cosa que no mereciese públicos aplausos y alabanzas", debió tener ese alto concepto de sí misma que en los artistas se suele llamar genio.

[7]​ Así lo sugieren sus desplantes con los nobles que la acosaban sin descanso (fue sonado su enfrentamiento con el duque de Osuna por el que fue encarcelada en 1621, según recoge el Diccionario de Vich -p. 42-), o sus gestos de divismo, como el narrado por Henri Merimée en Spectacles et comédiens à Valencia (1580-1630),[8]​ cuando siendo directora de su propia compañía en esa ciudad del Turia, llenando corrales y teatros y haciéndose pagar por adelantado, al parecer llegó en alguna ocasión a decidir en el último momento no salir a escena y suspender la función.