Cuando regresó a Colombia apostó por cambiar los paradigmas educativos ayudando a introducir ideas extranjeras inscritas en la corriente llamada Escuela nueva o Escuela activa, que chocaban con las ideas tradicionales en el país.
[4] Su papel como pedagoga estuvo unido a su lucha por el derecho de las mujeres a educarse, teniendo en cuenta que la introducción de la mujer al mundo laboral le planteaban nuevos retos y le abrían nuevas perspectivas educativas.
También promovía que las mujeres se desenvolvieran como compañeras y no como esclavas de los hombres.
En Medellín fue presionada por la Iglesia Católica y tuvo que emigrar de nuevo.
De Medellín se trasladó a Manizales, y allí fue acusada de ser una amenaza para la moral de la sociedad y la prensa local pidió a la población que no le dieran ni alojamiento ni trabajo lo que provocó que se trasladará finalmente a Pereira donde fundó una escuela laica y mixta.
[7] En 1930 participó en el IV Congreso Internacional Femenino en Bogotá con una conferencia sobre “Educación y Derechos de la mujer”.