María Meleck Vivanco
Fue una chica solitaria que disfrutaba del aislamiento y escribió sus primeros versos en la pizarra escolar.Como ella mismo dijo en una entrevista: "Ya entonces empezaba a enamorarme del lenguaje abstracto con las imágenes irreverentes que constituirían mi atmósfera, mi propia respiración".[1] Gracias a la biblioteca de su padre accedió a obras de Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Delmira Agustini, Víctor Hugo, Rubén Darío, Almafuerte, etc.En aquella época le marcaron los libros del escritor José María Vargas Vila, Aura o las Violetas, Ibis, Rosas de la tarde y Flor de Fango, todos ellos prohibidos por su alto contenido sensual e inspiradores para la poeta.Si bien la presencia de mujeres en los diferentes grupos surrealistas franceses y europeos en general fue fundamental, en el primer movimiento surrealista argentino que conformó Aldo Pellegrini no hubo ninguna mujer, hasta que incluyó a María Meleck.