Durante la invasión francesa iniciada en 1802, ella y sus hijos vivieron en la clandestinidad hasta 1804, cuando se proclamó el Primer Imperio de Haití.
A Marie-Louise y sus hijas se les dio la propiedad Lambert fuera de la capital.
Allí fue visitada por el nuevo presidente Jean-Pierre Boyer, quien le ofreció su protección.
Marie-Louise fue descrita como tranquila y resignada, pero sus hijas, especialmente Athénaïs, como vengativa.
Poco antes de su muerte, escribió a Haití para solicitar infructuosamente permiso para regresar.