María Juana Guillén Ramírez

Sin embargo, la venerable mujer se hundió en la humildad, el pudor, la meditación, la oración y la penitencia.

A los diez años, durante su primera comunión, hizo voto de virginidad.

Se corta el cabello, se viste con mucha modestia, usa un cilicio, permanece muchas horas en la iglesia y, a menudo, ayuna a pan y agua.

[2]​ El silencio favorece su atracción por la meditación, porque además de las horas que dedica al trabajo manual, la lectura, las comidas y el sueño, pasa todo el día en el coro, teniendo una devoción particular a las Llagas de Cristo y al Sagrado Corazón de Jesús.

Según su biógrafo, tuvo frecuentes visiones de Jesús, la Virgen María y San Juan .

Toda la ciudad de Orihuela quiso hacerle un soberbio funeral porque ya era considerada santa.