Aurelio Tello sugiere que podría haber sido criollo, es decir, hijo de españoles europeos nacido en Nueva España.
La información antes presentada[cita requerida] nos hace suponer que pudo haber sido mestizo, ya que si hubiera sido negro o mulato las actas de cabildo lo hubieran hecho evidente en algún momento.
En 1694, Sumaya pidió al cabildo catedralicio su despido, licencia y ayuda de costa[3] para aprender órgano.
Además ingresó al coro con sobrepelliz y asistía a su maestro de órgano cuando éste tocaba el instrumento.
En ese mismo año, 1700, Sumaya pidió al cabildo en sesión ordinaria se le perdonaran los intersticios para grados y corona.
Además, recientemente se ha demostrado que Manuel de Sumaya consagró esos años a su carrera eclesiástica.
[4] En el libro de su ordenación consta que Sumaya no había obtenido aún un su título de bachiller (para ser ordenado clérigo era obligatorio obtener un bachillerato en artes, teología, medicina o cánones), así que pudo haber completado su formación en algún momento entre 1705 y 1708, pues su primera aparición en las actas capítulares en 1708 es ya con el título de bachiller.
Usualmente se considera La Parténope, estrenada en 1711, como la primera ópera mexicana, pero tal afirmación debe tomarse con cuidado considerándose la probabilidad que tal título se le deba conceder, en realidad, a El Rodrigo, de la cual no se ha localizado mayor información, más que su clasificación de melodrama.
Tal especulación no se podrá solucionar hasta que la investigación avance al respecto.
Stevenson señaló en 1952 que una ópera llamada La Parténope, compuesta por Luigi Manzo, se presentó en Nápoles en 1699, y que a Sumaya le hubiese sido muy difícil conseguir el libreto a no ser que estuviera en Italia, sin embargo los nuevos descubrimientos sobre la vida de Sumaya descartan tal posibilidad.
En ese decretó se señalaba que: Una vez publicado el edicto oficial se procedía a la elección de examinadores sinodales; éstos eran de dos tipos: los músicos (examinadores, organistas, músicos) y los representantes del cabildo.
A ambos tipos de jueces se les hacía firmar o dar una declaración bajo juramento sobre su dictamen final para garantizar que serían honestos y justos con los postulantes.
[23] Al terminar de oír su declaración, los examinadores, entregaron su voto cerrado y jurado.
De tal suerte, en el verso Y cómo aqueste día del segundo villancico mencionado, Sumaya escribió un largo melisma sobre la palabra "aire" que simula las corrientes del viento.
Sin embargo, en obras que Sumaya compuso presumiblemente en Ciudad de México y que se llevó a Oaxaca en 1739, la introducción de nuevos instrumentos y la forma multiseccional son constantes; emplea, por ejemplo, la viola o el clarín (Ya la naturaleza redimida, ME: Oc, sin signatura), y secciones intermedias como «ayres» (Oh muro más que humano, ME: Oc, 49.6) o seguidillas (Alegres luces del día, ME: Oc, 49.5) que crean una estructura modular de cantata, denominación que ya aparece en las portadas.
La capilla musical de la catedral quedó vacante durante mucho tiempo, pues se esperaba que Sumaya regresara a ocupar su opuesto.
No fue hasta 1750 que se decidió nombrar en su lugar a Ignacio Jerusalem.
Estos no son los únicos repositorios, donde se han localizado obras suyas.
Se han encontrado partituras suyas en diversas iglesias y colecciones desde los territorios novohispanos ahora pertenecientes a los Estados Unidos hasta los archivos de Guatemala.
De la misma manera, el villancico Albricias mortales, para la Asunción de la virgen, discurre en el estilo policoral, con características similares al anterior, aunque aquí es notoria la presencia del clarín, que le da a la música una luminosidad festiva.
[13] En sus obras con texto latino (publicadas en el 3.er volumen de sus obras, véase bibliografía) se sintetizan recursos musicales diversos que van del contrapunto palestriniano, de tipo modal, a las homofonías barrocas dieciochescas, ya tonales.
[14] En 1711, por encargo del Virrey, Don Fernando de Alencastre Noroña y Silva, compuso la ópera La Parténope.
Compuso, asimismo, numerosas lamentaciones, villancicos, himnos, salmos y otras obras religiosas, así como también El Rodrigo(1708), clasificada como melodrama y que podría ser en realidad una ópera o una zarzuela sobre la leyenda del rey Don Rodrigo.
Tal fue, probablemente, la primera ocasión que se ejecutó una obra de Sumaya en tiempos modernos.
Una parte considerable de estos manuscritos no han sido editados modernamente.
Falta considerar las publicaciones realizadas en revistas especializadas en México, Estados Unidos y Guatemala.