Intersticio (religión)

En la iglesia católica, se llama intersticio el tiempo que se debe pasar en una orden antes de ser promovido a otra superior.

La costumbre de los intersticios es antigua en la Iglesia y exceptuando sus primeros tiempos en que se necesitaban inmediatamente ministros para anunciar el Evangelio y extenderlo por el mundo, todos ellos permanecían antiguamente largo tiempo ejercitando una orden antes de ser elevado a otra superior.

La primera carta del Papa Siricio dice, que el que se ha dedicado a la Iglesia desde su infancia permanezca subdiácono hasta la edad de treinta años; que se le haga diácono en esta edad; que ejerza las Funciones de tal por espacio de cinco o más años y que después se le eleve al sacerdocio; y añade que diez años después podrá nombrársele para una silla episcopal.

Este Papa dice en la misma carta que se debe hacer observar esta ley a los monjes que sean promovidos al presbiterado y episcopado.

Esta disciplina no se ha conservado siempre con el mismo rigor porque en lo sucesivo no se ha exigido una edad tan adelantada para los órdenes; pero la ley de los intersticios ha subsistido siempre y el Concilio de Trento hizo con respecto a esto cánones que se observan hoy exactamente en la práctica.