La ópera es precedida por una loa alegórica a Felipe V, enfatizando su bondad y justicia.
Sus ninfas se precipitan al escenario gritando que ella es perseguida por un jabalí.
Venus ensaya persuadirlo al momento que aparece Marte, su amante, y la interroga.
Belona, la hermana de Marte, llega en un arco iris y lo exhorta al combate para distraer sus celos.
Cuando Adonis despierta, se sorprende al encontrar a Venus mirándolo, y canta de su terrible sueño del salvaje jabalí que es interpretado como símbolo de su muerte.
El dios se esconde en los arbustos, y es interrogado por Marte, quien no lo reconoce, pero encuentra sospechosos sus enigmas acerca del amor.
Cuando Marte ordena a sus soldados capturarlo, Cupido escapa en una grieta de la montaña.
Desengaño y las figuras enmascaradas previenen a Marte de que cuando el amor es perseguido se torna en desilusión.
Desengaño sostiene un espejo mágico en el que Marte ve a Venus y Adonis abrazándose.
Adonis se reclina en el regazo de Venus, mientras Chato, Celia y las ninfas cantan a la pareja.
Reanimado por el canto de los soldados, Marte se dirige al bosque en busca de Adonis, quien otra vez persigue el jabalí que había alarmado a los campesinos.
Marte cruelmente describe a Venus la muerte de Adonis, y muestra su cuerpo ensangrentado, tendido entre las rosas.
El musicólogo Robert Stevenson hizo un estudio y transcripción de la partitura en Lima, la cual fue publicada en 1976.
La instrumentación exacta no ha sido encontrada en las partituras originales sobrevivientes de Torrejón y Velasco.
Sin embargo, las partituras de otros obras musicales interpretadas en España a finales del siglo XVII sugieren que la instrumentación podría incluir arpas, guitarras, violas, violines, clarinetes y trompetas, tambores y castañuelas.
Así, en el proceso de composición de la música, Torrejón y Velasco debe haber tomado como modelo tanto las óperas que vio en Europa en su ya lejana juventud, como también aquellas que habían tenido éxito en el Viejo Mundo y llegaban, después de muchos años, a América.
La obra se caracteriza por la falta de recitativos que son substituidos por un inusual flujo melódico continuo.
Torrejón y Velasco, que muy probablemente vio en su juventud en España la versión musicalizada por Juan Hidalgo de este mismo libreto y otras obras como Celos aún del aire matan, donde el gran genio poético de Calderón se unía al trabajo musical de Juan Hidalgo para crear un nuevo género, decidió emplear el mismo texto, utilizado por Hidalgo, cambiando solamente la Loa que abre la obra.
La producción se presentó dos veces más en Sheffield antes de hacer gira por Mánchester, Nottingham, Galway y Dublín.