También literatos como Abraham Valdelomar y César Vallejo reconocieron haber sido influenciados por su obra poética.Se dedicó al periodismo y a la explotación agrícola en la hacienda de su familia.Tras la partida de los invasores, reinició su labor periodística y desató su ira contra los vicios nacionales que, a su juicio, habían causado el desastre bélico, utilizando un verbo muy elocuente e incisivo.En 1885 tomó la dirección del Club Literario, que luego se convirtió en la Unión Nacional, entidad política de principios radicales.A su regreso al Perú, persuadido de las ideas anarquistas, reinició sus críticas contra la corrupción política, identificándose con la clase obrera y con los indígenas.Como poeta, hizo innovaciones que le han ganado el título de «Precursor del Modernismo americano».[5] En 1863, falleció su padre, que tenía 48 años, siendo enterrado en la Basílica y Convento de Santo Domingo.Su casa se hallaba frente al Convento e Iglesia de La Merced, en Lima.El mismo González Prada refiere que cierta vez, yendo por la calle, un oficial chileno que había sido condiscípulo suyo en su época escolar de Valparaíso, se le acercó abriendo los brazos para saludarlo, pero él pasó de largo, como si no lo conociera.Se alzó así contra la literatura oficial, enarbolando al mismo tiempo la crítica social y política.[cita requerida] Su primer discurso célebre fue leído en El Ateneo de Lima, en 1886.Famoso es también su Discurso en el Politeama de 1888, donde, ante el presidente Andrés A. Cáceres y sus ministros, proclamó: «¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!», convocando a la lucha por el cambio social, contra las malas ideas y los malos hábitos, contra leyes y constituciones ajenas a la realidad peruana, contra la herencia colonial, contra los profetas que anunciaban el fracaso definitivo de América Latina.[21] Un tercer hijo nació más tarde, en París: Alfredo, quien si sobrevivió a su padre.[11] El programa del partido aceptaba el sistema unitario para la República, de manera provisional; reclamaba el sufragio directo, aún para los extranjeros; exigía la devolución de sus tierras a las comunidades indígenas; pedía un régimen tributario de preferencia indirecto; así como mejoras para la clase obrera.[22] Convertido en la voz del nuevo Perú, que debía surgir después de la Guerra del Pacífico, González Prada denunció los males que el país arrastraba por siglos, entre ellos la indiferencia por la condición infrahumana del indígena; su prédica, hecha en un estilo implacable y cientificista con raíces positivistas, se orientó luego hacia el anarquismo, que fue creciendo en él en intensidad y radicalismo, como lo demuestran sus obras.El gobierno de Remigio Morales Bermúdez quiso ofrecerle un puesto muy rentado (para así poder acallarlo), pero González Prada respondió que no se alquilaba.Conoció también a grandes hombres de letras como Zola, Renan y Unamuno.Él se justificaba diciendo que un partido como Unión Nacional no necesitaba de caudillos, ni nadie debía ser considerado irremplazable.[24] Esta actitud hizo que su partido no llegara a ser relevante en la política peruana y se desvaneciera en poco tiempo.Particularmente, reprochaba a Piérola no haber realizado reformas en los temas agrario, obrero e indígena.En 1912 asumió la dirección de la Biblioteca Nacional en reemplazo del renunciante Ricardo Palma.[34] Su esposa, Adriana de Verneuil (fallecida en 1947), escribió en su recuerdo el libro Mi Manuel (Lima, 1947).Por otro lado, su hijo Alfredo González Prada, que compiló su obra inédita, se suicidó en Nueva York en 1943.En su libro Exóticas (1911), publicado tardíamente una vez más, sorprende por sus novedades métricas (ritmos continuos y proporcionales, laudes, polirritmos sin rima).En el ensayo "Nuestros Indios" se da un importante intento de pensar la realidad peruana y latinoamericana desde la posición anarquista.Al final del ensayo propone que los indígenas construyan instancias comunitarias de autodefensa contra los latifundistas.En este aspecto afirma que "Hay un hecho revelador: reina mayor bienestar en las comarcas más distantes de las grandes haciendas, se disfruta de más orden y tranquilidad en los pueblos menos frecuentados por las autoridades".Lo evitaron porque algunos de ellos se definieron como "españoles americanos" y el culto por lo hispano, la añoranza de la Madre Patria, caracterizaba al grupo criollo hegemónico en el Perú y, al mismo tiempo, acrecentaba su desprecio por lo indígena.
Adriana de Verneuil
en 1885. Nacida en Francia, en 1864, llegó al Perú en 1876. En 1887 se casó con Manuel González Prada.
Fotografía de una reunión partidaria de la Unión Nacional, en mayo de 1891. Al centro, sentado y en traje militar, está
José Gálvez Moreno
, que dirigió la reunión. Detrás de él, de pie, está
Abelardo Gamarra
, el Tunante.
Fotografía de Manuel González Prada preparando goma. Lima, 1915.