Desarrolló una máquina, parcialmente fallida, para desfibrar el henequén, planta sobre cuyo cultivo se desarrolló una agroindustria en Yucatán, en la segunda mitad del siglo XIX, que generó un importante auge económico en la región hasta bien entrado el siglo XX.
Como comandante de tropas de los blancos que luchaban contra los indígenas mayas sublevados, incursionó en varias ocasiones en territorio enemigo y pudo mantener a sus huestes en posición ventajosa a lo largo de su participación en el conflicto.
Terminada la máquina en los talleres norteamericanos, fue llevada a Conkal para ser demostrada en una hacienda henequenera.
Se dio inicio así, a un célebre litigio entre este último inventor y Manuel Cecilio Villamor.
A la postre, los jueces dieron la razón a Esteban Solís, quien también obtuvo el premio ofrecido en un principio por el gobierno yucateco, entonces encabezado por Manuel Cepeda Peraza.