Manuel Antonio González

Miembros destacados de su familia como su abuelo, su padre y su hermano también se dedicaron a la actividad escultórica.[1]​ Su primer trabajo con apenas 20 años, fueron las pinturas escenográficas para el teatro Apolo, construido en una casa particular, entre las esquinas del Gobernador y el Muerto.Cuando terminó la exposición el artista le regaló a Spence dos de las piezas: La coquetería y El llanto.Ninguno de estos bajorrelieves ha llegado hasta nuestros días, pues fueron destruidos cuando se hicieron las reformas emprendidas por el arquitecto Antonio Malaussena en 1891.Una vez finalizada la obra el escultor la tuvo expuesta durante ocho días en su taller, ubicado en la calle Unión esquina el Cristo, número 65, en la parroquia de Santa Rosalía.El periodista Nicanor Bolet Peraza comentó la lograda expresión del rostro en un breve artículo en la prensa.[4]​ En paralelo a esta obra, González trabajaba en un pequeño grupo alegórico tallado en madera que consistía en una estatua ecuestre del presidente de la república Guzmán Blanco coronado por la gloria.[5]​ González también se dedicó a la realización de medallones en arcilla o en madera.Esta pieza, así como un Cristo crucificado, fueron expuestas durante cuatro días en la casa taller del artista.Pero además el escultor elaboró la ofrenda del gremio artístico que consistió en un medallón alegórico tallado en madera, con las figuras de las bellas artes.Además, elabora dos ángeles para la fachada principal del templo hechos con cimiento romano que imita el mármol.[12]​ En agosto de ese mismo año fallece su amigo, el artista Ramón Bolet Peraza, por lo que se ocupa de elaborar la mascarilla mortuoria y un busto para su monumento funerario en el Cementerio General del Sur.