Mansedumbre es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados.
Allí, la mansedumbre aparece junto a las otras cualidades: Amor, Gozo, Paz, Gran Paciencia, Benignidad, Bondad, Fe y Apacibilidad.
Así, el cristiano ha de orientar su vida hacia la caridad, la bondad, la templanza, entre otros.
En concreto la mansedumbre ha de encontrar resistencia interior por el hombre, es decir, no es una disposición natural en el mismo, por eso sólo es posible desarrollar esta cualidad a través del poder del Espíritu Santo, dado que humanamente es posible fallar.
Por eso existe una lucha diaria contra la carne, para conseguir que el fruto del Espíritu siempre prevalezca.