No se registraron víctimas mortales, aunque sí varios heridos, la mayoría con contusiones leves.
[7] Por la noche se produjo una contramanifestación en apoyo al gobierno, en la que participaron civiles armados con palos y tubos de metal.
[8] En las semanas siguientes, el presidente Fidel Castro sofocó la frustración al abrir las puertas del país y permitir que los cubanos se fueran, lo que resultó tener un impacto significativo en el avance de la relación de Cuba con los Estados Unidos.
[9] La Unión Soviética fue el principal aliado de Cuba desde 1961, proporcionando a la isla importantes subsidios, apoyo militar y recursos.
Los sobrevivientes afirmaron que el bote fue hundido deliberadamente por la guardia costera, sin embargo, el gobierno lo negó rotundamente.
Independientemente, el evento generó una desconfianza generalizada en la policía y provocó aún más intentos de fuga.
[5] Luego, el 5 de agosto, las autoridades cubanas descubrieron un paso ilegal en barco que muchos ciudadanos estaban utilizando para llegar a los Estados Unidos.
[5] En respuesta, formaron un bloqueo alrededor del Malecón, impidiendo que nadie saliera de la isla.
Las protestas rápidamente se convirtieron en disturbios cuando ciudadanos enojados rompieron ventanas y saquearon tiendas.
[15] Los manifestantes fueron confrontados rápidamente por policías locales armados, agentes de seguridad del estado y paramilitares.
[11] El caos comenzó a amainar en la tarde cuando Fidel Castro llegó para hablar al pueblo cubano.
34 manifestantes fueron juzgados y condenados durante juicios sumarios, los acusados fueron defendidos por un abogado designado por el régimen cubano.