Hechicero

El hechicero está presente principalmente en sociedades arcaicas, aunque muchas comunidades en la actualidad todavía presentan esta figura encargada de realizar dichas tareas, especialmente en tribus o pueblos originarios que mantienen sus tradiciones y creencias desde la antigüedad.

En muchas sociedades, el hechicero solía ser el encargado de tomar las decisiones más importantes, pudiendo reinar sobre su tribu, por lo que, obviamente, su posición era mucho más significativa que la del médico o la del sacerdote en la sociedad moderna.

La magia negra sirve al mal: el individuo hechizado debía enfermar o incluso morir.

Aunque las ideas médicas en todo lugar y época fueron originadas y estuvieron impregnadas por el sistema mental del pueblo que las creara, la mentalidad del primitivo era de naturaleza mística, pues consideraba espiritualizada toda la naturaleza sin que existiera separación entre los hechos naturales y los sobrenaturales, pues se complementaban.

Los primitivos acudían al hechicero cuando presentaban dolencias graves con causas desconocidas; dolores agudos, fiebre, hemorragia, vómitos, desvanecimientos, consunción, etc.[2]​ El objetivo del médico-hechicero para todas las culturas era siempre curativo, adivinatorio o de simple demostración mágica y que se valía de la sugestión del paciente, al mismo tiempo que se establecía conexión con los espíritus; este complejo recibe el nombre de chamanismo, por lo que hechicero y chamán se reconocen como dos términos distintos.

Por lo general, el hechicero solo conocía unas cuantas fórmulas y recetas mágicas que remedian muy pocas enfermedades, y debido a que su erudición es muy limitada, solo se dedicaba a sanar ciertas enfermedades.

De esta forma, realizaba danzas, gritos, gemidos y cánticos, cayendo en éxtasis.

El hechicero llevaba consigo un sinnúmero de elementos que utilizaba para ejercer su poder mágico.

Para poder combatir contra estos poderes sobrenaturales, el hechicero hacía uso de talismanes, amuletos, cantos, rezos y oraciones; todo para poder crear esta fantasía en la cual involucraba al paciente, lo cual era la clave del poder médico primitivo, puesto que así se liberaba la fuerza psíquica del enfermo, activando con sus ritos e influencia mágica, los recursos curativos del subconsciente individual y colectivo.

Con esto el hechicero se comunicaba con los espíritus, viajaba hacia arriba (cielo) o abajo (infierno), veía signos y señales, los cuales interpretaba y así lograba saber qué fue lo que había afectado al paciente.

Del mismo modo, el paciente también podía entrar en trance, lo que aumentaba la credibilidad del hechicero y, al mismo tiempo, le permitía encontrar alguna respuesta al malestar que sentía, explicando así lo soñado o alucinado.

Esto revela que la succión de piedras era un manipuleo simbólico estrechamente ligado a los ritos.

Otra técnica que se realizaba era la trepanación, llevada a cabo por muchas culturas y con diversos instrumentos.

Los curanderos étnicos utilizaban métodos de succión con piedras para extraer el mal.