Durante el período imperial, los romanos llevaron su música a las provincias, mientras que las tradiciones de Asia Menor, África del Norte y la Galia se convirtieron en parte de la cultura romana.
Dice el mismo autor, que los arcadios llevaron a Italia las primeras letras griegas y la música instrumental, la cual se limitaba entonces a ciertos aires tocados en una especie de lira o en dos instrumentos llamados trigon y lidio.
Servio Tulio mandó que dos siglos enteros se compusieran de trompetas y cuernos.
Bajo el consulado de Lucio Emilio Paulo en el año 219 a. C. en Roma la música apareció con mayor brillo y se introdujo en los festines, entonces se concedieron privilegios a todos los músicos de los demás países que quisieran establecerse en Roma.
En la pompa fúnebre de este dictador, los músicos arrojaron sobre su hoguera sus instrumentos y los trofeos con que acostumbraban hermosear el teatro.
Considerando que los espectáculos eran un medio excelente para contener y distraer al pueblo, no solamente dio a menudo fiestas semejantes a las sobredichas sino que también mandó que todas las piezas de teatro y de música, antes de ejecutarse en público, fueran examinadas y aprobadas por unos magistrados particulares llamados Edites.