México bárbaro
A principios de 1908, el autor cruzó el río Bravo, acompañado por un universitario revolucionario –Lázaro Gutiérrez de Lara- y haciéndose pasar por un inversionista estadounidense que deseaba hacer negocios en las tierras del henequén en Yucatán, que venía a verificar si existía la esclavitud en México.Los yaquis tomaron las armas por vez primera contra el Gobierno de Díaz porque defendían su patrimonio al verse obligados a abandonar sus tierras y las montañas.Enviaron supuestos agrimensores al valle del Yaqui para poner mojones en la tierra y decir que el Gobierno había decidido regalársela a los extranjeros.Finalmente en 1894, de modo repentino, les arrebataron las tierras por decreto federal y las traspasaron al general Lorenzo Torres, quien fue jefe militar en Sonora.Unos cuantos yaquis, entre cuatro o cinco mil, continuaron luchando por sus tierras y se establecieron en las montañas, pero nunca perdieron en el camino la amenaza de ser asesinados injustamente por militares del Gobierno.Muchos mueren en el camino por hambre o enfermedad y tienen que recorrer largas distancias a pie.Valle Nacional es una región tabaquera y la producción se obtiene en unas 30 grandes haciendas, casi todas propiedades de españoles.En conjunto, aparte de sus andrajos, sus heridas, su miseria y su desesperación constituyen un grupo representativo del pueblo mexicano.Las mujeres trabajan también en el campo, especialmente en la época de recolección, pero principalmente se dedican a las labores domésticas sirviendo al amo o ama.Treinta y cinco años antes esas tierras pertenecían a los indios chinantecos, tribu pacífica, entre quienes las dividió el Presidente Juárez.Esta bárbara institución se puede encontrar en casi todos los Estados del país, pero especialmente en los costeños, al sur de la gran altiplanicie.El otro 20 % lo integran los considerados trabajadores libres, quienes viven una existencia precaria en su esfuerzo por esquivar la red de enganchadores.En tiempos de los españoles, el peón tenía por lo menos su pequeña parcela y su humilde choza, pero con Díaz no tiene nada.Entre estos intereses, los estadounidenses ocupan un lugar importante y sin duda, la fuerza determinante para que continúe la esclavitud en México; son defensores tan agresivos de la fortaleza porfiriana como el mejor.El botín más grande que enriqueció a Díaz y su familia fue la confiscación de tierras del pueblo.Desde entonces, Díaz se ha establecido más de ocho veces como presidente y nunca ha tenido opositores en las urnas electorales.Belén es un antiguo convento con capacidad para 500 prisioneros, pero en realidad hay más de cinco mil personas que reciben muy mala alimentación y viven en condiciones infrahumanas.Para junio de 1910 ya habían encarcelado en Estados Unidos a todos los dirigentes liberales o bien, estaban ocultos.En marzo de 1908, a través de James Creelman y del Pearson's Magazine, Díaz anunció al mundo: 1º que por ningún motivo consentiría en aceptar un nuevo periodo como presidente; y 2º que le agradaría transferir personalmente el poder a una organización democrática.Como candidato, Reyes no satisfacía por completo el ideal de los dirigentes, pero fue designado porque se creía que podría dirigir la orquesta.Reyes era una figura con fuerza militar y se requería un personaje así para atraer al pueblo cuyos temores eran grandes.Por último se le envió fuera del país con una supuesta misión militar en Europa, pero en realidad desterrado de su patria.Madero viajó en su propio coche por todo el país para pronunciar discursos en reuniones públicas, no hacía propaganda de su candidatura, sino que se limitaba a propagar los elementos del gobierno popular.En la Ciudad de México se efectuó una manifestación que ni el mismo Díaz habría podido organizar a su favor.Al poco tiempo, todos los miembros de los clubes antirreleccionistas fueron arrestados y los periódicos progresistas que quedaban fueron suprimidos.La razón por la cual Díaz entregó al país en manos de los estadounidenses estriba en que estos tenían más dinero para pagar privilegios especiales.También los estadounidenses trabajan con esclavos: los compran, los explotan, los encierran, los azotan, los matan, exactamente igual que otros empresarios de México.Casi en todas las ciudades estadounidenses cercanas a la frontera, los cónsules fungen como espías, perseguidores y sobornadores.La limpieza personal, la temperancia y la virtud conyugal no determinan en lo más mínimo la reputación de un hombre como estadista.Díaz no es solo el único dictador apoyado por los Estados Unidos a requerimiento de Wall Street.