Al poco del final de la guerra, Juan Noya marchó para Venezuela con sus dos hijos, Luis y Óscar.
Futbolista de vocación, en el país sudamericano organizó y participó del fútbol entre las comunidades inmigrantes y llegó a jugar cómo profesional de este deporte, minoritario en Venezuela.
En ese comando estaban dos conocidos suyos, Xosé Velo y el comandante Sotomayor.
A Luis Noya se debe la única filmación existente del secuestro, filmación que había realizado con su pequeña cámara y que había escondido al llegar a Canarias para no ser confiscada por las autoridades franquistas.
Por su labor editorial recibió el premio Xerais de apoyo a la edición literaria.