Hasta la actualidad, ha publicado más de veinte libros y ha realizado numerosas exposiciones tanto en la Argentina como en el exterior.
[2] En 1955 Luis Felipe Noé abandonó la Facultad y comenzó a trabajar en el diario El Mundo, donde, al año siguiente, ejerció la crítica de arte.
[3] En 1957 expuso un cuadro titulado La Costurera en el Salón Nacional y en 1959 realizó su primera exposición individual en la Galería Witcomb.
Durante la inauguración, trabó amistad con Alberto Greco, Rómulo Macció y Jorge de la Vega.
Pero Noé ha logrado captar una atmósfera –con un dejo admirable de ironía– célebre por su familiar truculencia, y transmitírnosla con rotunda eficacia, al mismo tiempo que ha logrado infundir a cada uno de sus cuadros ricos la calidad que los “informalistas” se desvelan por obtener.
Durante ese período profundizó su concepción de cuadro dividido o visión quebrada:"Al poco tiempo nos vamos a Brujas.
Yo me preguntaba lo siguiente: esta pintura tiene una relación íntima con su tiempo, yo la admiro por eso, por lo tanto no tiene ningún sentido en una época tan distinta como la actual querer pintar como esos pintores.
Poco después presentaron dos exposiciones: la muestra de dibujo Esto (referida a la situación de la Argentina posterior la caída del presidente Arturo Frondizi) en la Galería Lirolay, y una segunda muestra organizada en la Galería Bonino.
Fueron convocados por Jorge Romero Brest, director del Museo Nacional de Bellas Artes, para exponer en la institución en 1963.
El Instituto Di Tella adquirió su obra Introducción a la esperanza, que más tarde será donada al Museo Nacional de Bellas Artes.
El crítico brasileño Frederico Morais señaló que esta exhibición “tuvo un impacto inolvidable sobre la joven generación carioca”.
[9] El premio Di Tella consistía en una beca que le permitió al artista trasladarse a Nueva York, ciudad en la que permaneció desde abril hasta diciembre de 1964, donde compartió taller con Liliana Porter, el uruguayo Luis Camnitzer y el venezolano Gabriel Morera.
En esa ocasión, en la que fue premiado el artista suizo Alberto Giacometti, la institución adquirió la obra de Noé Carisma (1963).
En esa ocasión, el artista presentó su primer libro, Antiestética, un libro que es casi un manifiesto, en el cual expuso por primera vez su tesis sobre el caos como estructura y sus nociones de "ruptura de la unidad", "asunción del caos" y "visión quebrada" .
A fines de 1965 Noé partió con su familia hacia Nueva York con una Beca Guggenheim.
Entre otras piezas, la muestra incluía tres instalaciones: Introducción al desmadre de 1964, Así es la vida señorita (That’s life, Miss), y Balance 1964/1965, esta última una yuxtaposición de obras compuestas durante su estadía anterior en Nueva York.
Esta institución era impulsada por Movilization for Youth, donde Nora Murphy se desempeñaba como asistente social.
[14] Realizó la muestra Saldos-Liquidación por cambio de ramo, con pinturas del período 1960-1965 en la Galería Carmen Waugh, y publicó un libro que había comenzado a escribir en Nueva York, Una sociedad colonial avanzada, con frases sobre la Argentina.
Durante su período sin pintar comenzó a dar clases de dibujo y pintura.
Es así que se produce en 1975 su retorno a la pintura con una exposición en la galería Carmen Waugh, donde mostró esas dos series.
[16] Estando en la capital francesa envía obras para una nueva exposición en la galería Carmen Waugh que tuvo lugar en septiembre, con tres cuadros de gran formato como eje titulados Esto no tiene nombre, en alusión a la situación política de la Argentina.
Durante ese año, adquirió en Buenos Aires su casa de la calle Tacuarí, donde vive desde 1987.
Ese mismo año también expuso en Ámsterdam y realizó un cuadríptico instalado como mural para el Museo de San Ignacio Miní en Misiones.
[26] A partir del inicio del nuevo milenio Noé consolida sus planteos estéticos poniendo a la línea como protagonista de sus obras, al mismo tiempo que su figura va tomando mayor relevancia y se lo reconoce como referente cultural.
que reunía más de cincuenta obras pintadas y dibujadas “a cuatro manos” entre ambos artistas.
[28] Durante el transcurso del ciclo también oficiaron de curadores Fermín Févre, María Rosa Ravera, Guillermo Whitelow y Alejandro Puente.
En el 2009, invitado por el curador Fabián Lebenglik, representó a su país en la 53° Bienal de Venecia para lo que realizó dos obras de grandes dimensiones: La estática velocidad y Nos estamos entendiendo reunidas bajo el nombre Red que marcaron un hito en su producción artística.
La muestra estuvo dedicada a Nora Murphy e incluyó fotografías familiares y de la pareja tomadas por su hijo.
Para la muestra Noé realizó la instalación Entreveros que reúne en una sola obra los tres enfoques presentes en la exposición: la conciencia histórica, la línea y la fragmentación.