Luis Alcalá Zamora

Tras el triunfo en 1856 de la contrarrevolución orquestada por O'Donnell abrazó la carrera eclesiástica.

Sin renunciar a sus ideales liberales el mismo año fue tonsurado de órdenes menores y solo un año después ordenado de sacerdote.

Miembro del Partido Progresista, en 1866 participó en los pronunciamientos encabezados ese año por el general Prim, tratando infructuosamente de sublevar a la guarnición de Alcalá de Henares y, posteriormente, interviniendo en los sucesos del 22 de junio en Valencia, a donde se había trasladado acudiendo a la llamada de Prim en compañía del brigadier Domingo Moriones y Murillo.

En julio de 1868 regresó a España con la misión de reanudar en Andalucía los preparativos para una nueva insurrección y al estallar la Revolución de Septiembre se embarcó como capellán del cuartel general en la fragata blindada Zaragoza, acompañando a Prim en todo momento hasta su entrada triunfal en Madrid.

Entre los recuerdos de su infancia, Niceto Alcalá-Zamora, primer presidente de la Segunda República española, guardaba las historias que su tía la mayor, Rita, con la que se había criado, le contaba del tío aventurero, al que no llegó a conocer:

Luis Alcalá Zamora. Fotografía de Leopoldo Rovira sobre orla litográfica. Inscripción: « Galería de los representantes de la nación ./1869» Inscripción en la parte inferior de la orla: « d. luis alcalá zamora./presbítero ./Diputado por la circunscripción de Montilla (Córdoba)/Nació en Priego (Córdoba) el 3 de Agosto de 1833.»
Luis Alcalá Zamora, fotografía conservada en la Casa natal y museo Niceto Alcalá-Zamora, Priego de Córdoba. Niceto Alcalá-Zamora , su sobrino, escribe en sus Memorias : «Los retratos en que yo he visto al sacerdote y al prelado revolucionario, al primer votante por don Amadeo, muestran la recia complexión, la fisonomía satisfecha de un buen mozo, cuya sonrisa, más irónica que alegre, parece meditar en el contraste de toda su vida entre los hábitos que vistiera y los pulsos que sintió. Pero no era esta comprensión, al cabo más humana, de la vida aventurera la que yo escuchaba, sino la heroica de conspiraciones, destierros, intrigas y apoteosis triunfales». [ 2 ]