[1] Van Gogh se estableció en Francia en marzo de 1886, tras un duro invierno en que falleció su padre y pasó penurias económicas.
En la capital francesa conoció a otros artistas, como Toulouse-Lautrec, Pissarro, Seurat, Signac y Gauguin, con los que compartía un deseo de renovación del impresionismo.
Sin embargo, la fricción entre sus diferentes temperamentos provocó graves disputas entre ambos, hasta que el 23 de diciembre Vincent atacó a su amigo con una navaja de afeitar, que luego volvió contra sí mismo y se cortó la oreja.
Por otro lado, su amigo le hizo un retrato pintando los girasoles, conservado en el Museo van Gogh de Ámsterdam.
[7] Las pinturas muestran girasoles en todas las etapas de su vida, desde plenamente en flor hasta que se marchitan.
El color está aplicado con pinceladas fuertes, agresivas, en pequeños toques salteados, destacando la plasticidad de la pintura, que crea un fino relieve en la tela, para dar volumen a los girasoles.
[10] Otro detalle que apunta al simbolismo es la precisión de los contornos, que en esta corriente artística se hacía para subrayar su singularidad, para remarcar su condición de «símbolos»; esta técnica fue denominada por Édouard Dujardin cloisonismo, y fue también empleada profusamente por Gauguin.