Impresionado por el éxito de El Monje, de Matthew Lewis, Hoffmann escribe Los elixires adaptando sus temas característicos a las formas propias del folletín y la novela gótica.
Aunque el propio Hoffmann no era particularmente religioso, quedó tan impresionado por la vida y el ambiente en una visita a un monasterio de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que decidió escribir la novela en ese entorno religioso.
Algunos críticos literarios describen Los elixires del diablo como pertenecientes al género de la novela gótica (llamada Schauerroman en alemán).
Arrastrado por su destino, Medardo, hasta entonces modelo de virtud, prueba los elixires que dan título al libro, una reliquia que según la devoción popular se remonta a san Antonio.
A partir de ese momento, la vanidad y la lujuria corrompen su alma.