Con solo ocho o nueve años, le instruyó en la lectura, la escritura y la contabilidad con vistas a emplearle en el negocio familiar.
Pronto se afanó en la fabricación de pequeños instrumentos musicales, como arpas y violines.
En apenas seis meses, los avances del joven alumno fueron tan notables, que Baroni decidió recomendarlo a otro pintor, de nombre desconocido, que tenía por principal mérito el haber sido alumno de Guido Reni.
También frecuentaba la Accademia del Nudo, donde enseñaban los mejores pintores boloñeses de la época, como Alessandro Tiarini, el Guercino, Michele Desubleo o Francesco Albani.
La relación con Cantarini fue provechosa en sumo grado, pues el maestro no tuvo reparo en poner a disposición de Pasinelli sus diseños, para que los copiase una y otra vez.
Flaminio Torri ocupó el lugar del fallecido como maestro y socio de Pasinelli.
Este pintor había sido alumno del Pesarese y frecuentaba su taller, donde conoció al joven Lorenzo.
Dos lienzo ejecutados para la iglesia de la Certosa hacia 1660, fueron las primeras obras que le trajeron el reconocimiento público.
Parece que durante su estancia Pasinelli no realizó trabajo alguno, aunque tuvo la oportunidad de estudiar el legado de los grandes maestros: Rafael, Michelangelo, Giulio Romano y Polidoro da Caravaggio.
Como agradecimiento al senador, pintó los retratos de toda su familia en un gran lienzo, obra que se ha perdido.
Su público será la nobleza y los entendidos en el arte, que no dejarán de hacerle encargos durante toda su carrera.
La ejecución de la pala se dilatará en el tiempo (no la entregará hasta 1688).
Aunque seguirá trabajando, buena parte de sus obras tendrán una importante participación del taller.
Su hijo, también llamado Lorenzo, nacerá póstumamente, el 19 de mayo del mismo año.
[6] Recién independizado como artista, parece que su prestigio creció rápidamente, pues al poco le fue encargada una Dalila para ser colocada como pendant de una obra de un artista plenamente consagrado como era Giovanni Andrea Sirani.
Su objetivo, una idealización de la Verdad, añadiéndole gracia y dulzura, aunque a veces salpicada por fugaces toques veristas.
Recientes estudios revelan la importancia de la influencia veneciana en su uso del color, en absoluto casual.
En el período 1665-1670 parece dejar a un lado la influencia barroquista de Canuti y vuelve sobre sus pasos.
Sus figuras son inmensamente sofisticadas, preciosistas; ganan en solemnidad y la influencia del colorido veneciano es más que evidente (Rebeca en el Pozo, Negación de San Pedro).
Consigue combinar la solidez de las formas, hondamente enraizada en su formación, con la magia del color Su inquietud artística le trajo problemas con el establishment boloñés.
Su arriesgada propuesta, decididamente anticásica, juega con los múltiples planos de la acción, matizados por un fuerte interés por el tratamiento del color.
Solo artistas como Burrini (que probablemente había sido alumno de Pasinelli) y Crespi seguirán la dirección marcada por esta obra.
Han llegado hasta nuestros días diversos grabados basados en lienzos del boloñés, pudiendo alguno de ellos haber sido pasado a plancha por el mismo pintor.
Su obra padeció el olvido tras su desaparición y no ha sido apreciada hasta las últimas décadas, todavía muy tímidamente.
A continuación se mencionan las obras que con una cierta seguridad pueden ser incluidas en el catálogo de Pasinelli.