Lorenzo Álvarez Florentín

Los hermanos Molinas fueron quienes dieron el primer impulso en el campo de los estudios musicales y precisamente con ellos, quienes integraban una orquesta formada y dirigida por los mismos, se estrena como músico, ya que pasó a ser uno de los integrantes, dando de esa manera sus primeros pasos en la carrera como músico profesional.

En el año 1950, se trasladó a Asunción para enfrentar el gran desafío de intentar conquistar ese mercado, sumando su talento como intérprete del violín, quizás en alguna orquesta que requiera sus habilidades mientras perfeccionaba sus estudios ya en estamentos superiores y con profesores más reconocidos y renombrados.

Allí le cupo interpretar la obra Rapsodia Húngara, de Gubert.

Con Rodolfo Bagnati estudió teoría y solfeo, armonía con Juan Carlos Moreno González y año más tarde completo su preparación estudiando composición con el maestro Florentín Giménez Luego de permanecer un año en la agrupación típica formada y dirigida por el maestro Leonardo Alarcón, dio un importante paso en su carrera, ya que el renombrado compositor y director de orquesta Florentín Giménez lo invitó a integrar como primer violín su agrupación, la cual, a mediados de los cincuenta, gozaba de una fama difícil de igualar, ya que al crear y dirigir la famosa orquesta “Florentín Giménez y su Típica y Moderna” integrada por 14 miembros, todas conocidas figuras de la músicas como Oscar Escobar, Carlos Centurión, Juan Carlos Miranda, Jorge Alonso, entre otros, acaparaba los contratos para presentarse en los eventos sociales más importantes realizados en todo el territorio de la República del Paraguay Entre sus más consagradas obras figuran: “Alma y Violín”, un kyre`y cuya interpretación requiere gran habilidad en la ejecución del violín, “Silbido Nocturno”, “dulce melodía”, Cirilo R. Zayas, Primer Premio en el Concurso de Composición organizado por la Municipalidad de Asunción en el año 1959.

También son de su autoría “madrecita mía”, “Che haitéma lo mitâ”, “purahéi”, las creaciones, “Gustaví”, “Mirtha Elizabeth”, “Luisito”, “Maria Victoria”y “Gladys Sunilda”, todas con Rudi Torga, dedicado a su hijos, además de los poemas sinfónicos: “Jasy Retâ”, “Marinero en Alta Mar”, “Malecón del Puerto”, “Viaje al Horizonte”, entre otras mi pequeña madre.