Cuando tenía ocho años, le tuvieron que amputar los brazos porque se acercó demasiado a una torre eléctrica al intentar alcanzar un nido de pájaros.
[3][4] Böttner aprendió a pintar con los pies y la boca, al igual que otros artistas sin extremidades que pintaban en la calle para vivir, pero dando un giro transgresor de reivindicación y visibilización.
Renegaba de la condescendencia y la lástima que provocaba en la sociedad, llegando a convertir su cuerpo en una extensión de su obra y su leitmotiv.
En los años 1980, participó con Sandra Aronson en la red británica Disabled Artists Network y defendió la existencia de una genealogía de artistas femeninas que trabajasen con la boca y los pies.
[3] Un año más tarde, se celebró otra exposición en el Württembergischer Kunstverein de Stuttgart.