Lo Cañas

[1]​ José Antonio Cañas del Portillo (casado con María Mercedes Aldunate Santa Cruz), hijo de don Pedro y de doña María Loreto del Portillo Olivera, heredó la hacienda que luego traspasó a su hijo José Antonio Cañas Aldunate (casado con María del Carmen Vicuña Larraín).

Los primeros intentos fueron fallidos y, ante ello, Balmaceda ordenó custodiar permanentemente los puentes clave para el acceso a la capital, con la orden de "dar bala a todo aquel que se acercase al puente sin permiso".

Debían ir en pequeñas partidas, por distintos senderos siendo sobre todo los caminos extraviados o poco frecuentados.

Agregó que ese fundo, por ser del señor Carlos Walker Martínez, debía estar sujeto a especial espionaje y seguramente no era lugar más adecuado para reuniones ocultas y de tanta gente.

En vista de tales documentos, el señor Aránguiz al punto accedió gustoso a cuanto se le pedía, recomendando prudencia y vigilancia.

Las armas eran muy escasas: veinticinco entre fusiles y carabinas con municiones y dinamita, se habían podido trasportar ese día, debiendo llegar con las últimas partidas de jóvenes el resto del armamento Entretanto, con la ayuda de algunos oficiales, comenzaron a organizarse militarmente, reconociendo como jefe a Arturo Undurraga, y dividiéndose la fuerza en cuatro compañías, cada una respectivamente al mando de los señores Rodrigo Donoso, Eduardo Silva, Ernesto Bianchi y Antonio Poupin Negrete.

El corneta pareció ser inocente y que solo había obrado impulsado por su mal criterio.

Con esto la calma volvió pronto al campamento, donde redoblaron la vigilancia y prepararon diversas comisiones para haciendas vecinas.

En este pequeño tiroteo resultaron heridos algunos jóvenes, huyendo los demás hacia el huerto, donde, al saltar una muralla, cayeron todos presos.

Si se divisaba un joven que huía, se ordenaba a los soldados darle una carga de caballería y hacerle descargas cerradas hasta que caía hecho pedazos a sablazos y acribillado de balas.

Los oficiales y soldados recorrían los cerros; buscaban en los matorrales, donde hacían descargas por si acaso había alguien escondido.

Aquí se juntaron los heridos con algunos jóvenes y artesanos que habían caído prisioneros.

Con algunos heridos que encontraron en los matorrales, cometieron toda clase de crueldades hasta matarlos.

En seguida principiaron su obra de destrucción, quemando todas las casas del fundo, sacando antes lo que podía serles útil.

Como en la mitad del camino recibieron los jefes que conducían a los prisioneros, orden de volverlos al fundo de Walker Martinez, donde se reunieron unos cuantos oficiales y los condenaron a muerte.

El señor Aránguiz llegó hasta allí casi arrastrándose, llevado entre dos soldados: el día anterior lo hablan torturado para arrancarle declaraciones acerca de noticias y planes que ignoraba por completo.

Soldados ebrios rociaron algunos cadáveres con parafina, los revolvieron con tablas y les prendieron fuego.

[2]​ Actualmente Lo Cañas es reconocido como uno de los barrios donde se asienta la clase media-alta de La Florida en este sector predominan amplias áreas verdes debido a que está compuesta por parcelas y sitios.

Si bien, tradicionalmente, este sector era una zona rural de campesinos y medieros que se habían dedicado a cultivar y cosechar la tierra, a lo largo del tiempo este carácter ha cambiado en las últimas dos décadas, convirtiéndose en una zona urbana residencial semi-rural.

Grabado de la «Masacre de Lo Cañas»
Parque Quebrada de Macul en 2014
Cruz de Lo Cañas, en memoria de la Masacre de Lo Cañas .