[1] y más específicamente a la cadena de hierro usada para colgar recipientes,[2] comida o cacharrería diversa sobre el hogar.
Es símbolo usado en heráldica y en toponimia (como por ejemplo Los Llares).
[3] Del latín «lar, laris» (hogar), se registra su uso en Asturias, Región leonesa, Cantabria, Castilla, Madrid, Navarra o País Vasco, con las correspondiente variaciones dialectales o idiomáticas,[a] y casi siempre asociado a la cadena utilizada para colgar el caldero, pero tampoco exclusivamente.
En La Rioja se documenta que «sujeta los cacharros suspendidos sobre el fuego»,[4] y en Aragón se identifica con el «cremallo»,[5] y con sus supersticiones,[6] como que cuando los llares quedaban bailando, era una mala señal que anunciaba desgracias.
También era frecuente en los graneros, como percha para la matanza del cerdo (jamones, chorizos etc.).