Nacido en Oudenaarde, en Flandes, en 1627,[1] se trasladó a Italia con su padre cuando tenía poco más de diez años.
Con catorce años decidió marchar a Roma, capital del estilo barroco.
Tras colocarlo en 1645 en el taller de Giuliano Periccioli, decidió enviarlo a Florencia donde se encontraba Pietro da Cortona pintando al fresco las estancias del Palazzo Pitti.
Tras dejar Florencia, abandonó la actividad pictórica, viajó por diversas ciudades y: Aprovechando una pausa en la guerra reinició el viaje, dirigiéndose ahora hacia el sur, hasta llegar finalmente a Roma en 1650.
En una estancia de tres años en Venecia entró en contacto con la pintura véneta, interesado sobre todo por los grandes clásicos, como Tiziano y Tintoretto, de los que aprendió a pintar con una luminosidad violenta y suave al mismo tiempo.