Dos estudiantes encuentran, en las orillas del río Tormes, a un niño de once años llamado Tomás Rodaja, durmiendo bajo un árbol.
Allí despierta el amor de una dama que, despechada al no ser correspondida su pasión por Tomás (quien, enfrascado en sus estudios, no se fija en el amor que le ofrecen) decide recurrir al poder mágico de una morisca, quien introduce cierto hechizo en un membrillo destinado a Tomás Rodaja, para que este, al comerlo, no pueda vivir sin el amor de la dama.
Su curioso delirio lo hizo famoso hasta el punto de llegar a la corte ya que como loco decía grandes verdades convencionalmente no aceptadas por la sociedad y que una mente sana no era capaz de decir.
Vidriera es un personaje excepcionalmente dotado para la visión crítica de su sociedad, gracias a su sabiduría, experiencia y locura-cordura.
Los paralelismos son evidentes, pues don Quijote se vuelve loco del mucho leer y poco dormir, por una actividad en cierto modo intelectual, y su locura le lleva al ejercicio de las armas, mientras que Vidriera es un lector, un intelectual que rechaza el mundo de las armas, a quien lo vuelven loco y que, solo cuando recupera su cordura se ve obligado a ejercitarlas.
También podemos ver que ambas personas usan sus vestuarios como protección, el licenciado para no quebrarse y don Quijote para ser un caballero andante.
Por otra parte a diferencia de don Quijote, el licenciado Vidriera es visto por muchos como una autobiografía la cual refleja las experiencias vividas por Cervantes ya que al igual que el licenciado Vidriera, Cervantes también era un hombre de estudios y soldado.
En esta novela, a través de los diálogos, Cervantes expone toda una crítica hacia la sociedad española, considerando enseñanzas sobre cómo se debía actuar.