A pesar de ser probablemente nonagenario, gracias a sus prácticas rejuvenecedoras mantenía una complexión fuerte, con agilidad de movimientos, voz sonora, una mente aguda, y en general un aspecto robusto y cordial.
[2] Era un boticario experto, sirvió como consejero táctico militar e instructor de artes marciales, luego se retiró y pasó mucho tiempo en las montañas del Tíbet, donde siguió recolectando hierbas medicinales que según decía lo ayudaban a mantenerse joven y saludable.
[3] En 1927 fue invitado a un palacio de su región natal por el general Yang Sen, amigo suyo, que estaba muy interesado por la fuerza y juventud que tenía Li a pesar de su supuestamente avanzada edad (250 años).
Debido a su servicio militar en el ejército del general Yu Zhongqi, el gobierno imperial envió un documento felicitando a Li por su centésimo año de vida, como se hizo posteriormente en sus cumpleaños 150 y 200.
Se corrió la voz por toda China sobre Li Ching-Yuen, y el comandante de Yang Sen, el general Chiang Kaishek, le pidió a Li que visitara Nankín.
Los investigadores gerontológicos han visto la afirmación de la edad con extremo escepticismo.
Sin embargo, no está claro qué implicaciones tienen estas estadísticas para el tema en discusión, ya que estas cifras se refieren a "reclamos falsos debido a errores administrativos" en los registros públicos belgas.
Además, la conexión de la edad reclamada de Li con sus prácticas espirituales ha sido señalada como otra razón para dudar: los investigadores percibieron que "estos tipos de mitos (que ciertas filosofías o prácticas religiosas permiten que una persona viva hasta la vejez extrema) son más comunes en el Lejano Oriente".