Leyenda de los comendadores de Córdoba

Beatriz era envidiada por todas las mujeres de Córdoba a causa de su extraordinaria hermosura y a causa del amor que le profesaba su marido, que era absoluto e inquebrantable.

[3]​El monarca castellano, que le tenía en gran estima, no quiso dejarle marchar sin entregarle un regalo que le sirviera como recuerdo de aquellos tiempos pasados junto a su rey.

Se trataba de un valiosísimo anillo, primorosamente trabajado, que se distinguía por ser una verdadera obra de arte, y el profundo amor que el caballero cordobés sentía hacia su esposa se puso de manifiesto en esa ocasión, ya que le entregó a ella el anillo que le había regalado Juan II de Castilla.

Beatriz se apresuró a festejarlos y a dedicarles todas las atenciones que le fuera posible, pues no deseaba regatear ningún agasajo a aquellos familiares de su esposo, y de ese modo, las fiestas y banquetes en honor de los comendadores calatravos se fueron sucediendo.

El Ayuntamiento de Córdoba tuvo que hacer una importantísima petición al rey Juan II de Castilla, y como la persona más idónea para acelerar la gestión en la Corte era el caballero Veinticuatro Fernando Alfonso de Córdoba, el Ayuntamiento aprobó por unanimidad que sobre dicho caballero recayera la responsabilidad de desplazarse a la misma y transmitir al monarca castellano la petición del concejo cordobés.A Fernando Alfonso le desagradaba profundamente tener que distanciarse de su esposa pero no tuvo más remedio que cumplir su obligación.

Las gestiones de Fernando Alfonso en la Corte se fueron complicando y se vio obligado a retrasar su regreso a Córdoba, y lo único que disminuía su tristeza por estar alejado de su esposa eran las cartas amorosas que ésta le enviaba, aunque al cabo de tres meses de ausencia las epístolas de Beatriz comenzaron a ser menos frecuentes y, al mismo tiempo Fernando Alfonso comenzó a recibir cartas de un fiel criado suyo en las que se le conminaba a regresar a Córdoba lo antes posible.

[3]​ Mientras permanecía en la Corte, Fernando Alfonso recibió un día la visita de su primo, el comendador Jorge, que venía desde Córdoba para solicitar una audiencia a Juan II.

Jorge se entrevistó con el rey y después, regresó rápidamente a Córdoba.

[5]​ Las derivaciones de esta leyenda son espantosas, ya que hay autores que aseguran que no pararon aquí las muertes, y que el caballero Veinticuatro mató a cuantas personas se encontraban en su casa y conocían su deshonra, aunque en cualquier caso cuando ejecutó su venganza, desapareció acompañado por su fiel criado Rodrigo, para tratar de olvidar su tremenda desgracia, ocultándose en algún lugar lejano.

Y según esta versión, el caballero, mostrándose arrepentido, pidió perdón al rey Juan II por el crimen cometido, y según esta leyenda el monarca le ordenó construir una torre en Córdoba como expiación por su crimen, llamándose desde entonces dicha torre la «Mal-muerta».

Leyenda de los comendadores de Córdoba . José María Rodríguez de Losada . 1872. ( Diputación de Córdoba ).
Iglesia de Santa Marina de Córdoba , frente a la que se alzaba la casona del caballero Veinticuatro Fernando Alfonso de Córdoba.
Interior de la Mezquita-catedral de Córdoba , donde fue sepultado Fernando Alfonso de Córdoba en 1478.
Retrato de Lope de Vega.