Pirepillán comenzó entonces a vomitar humo, azufre y fuego, haciendo temblar la tierra.Los huilliches se reunieron en un parlamento para resolver cómo podrían aplacar el enojo de ese gran pillán.Tienen que arrancar el corazón y colocarlo en la punta del cerro Pichi Juan, tapado con una rama de canelo.Así habló la vieja sabia y, sin que nadie se diera cuenta, desapareció tan misteriosamente como había llegado.Cuando sus hermosos ojos se cerraron para siempre, Quitralpi acercó sus labios a la frente de la doncella, y después, haciendo un enorme esfuerzo para no estallar en llanto y gritos de dolor, le abrió el pecho, extrajo su corazón, y acogiéndolo entre sus manos como quien acuna un niño, con fervorosa unción, lo entregó al padre de la virgen.Muchos son los que han bajado a admirar su belleza, pero solo unos cuantos han podido ver el palacio, porque este solo es visible para quienes tienen conciencia y saben sentir los íntimos encantos de la naturaleza.