Lescar

Poco después empieza a desarrollarse en la cima de la colina una auténtica ciudad, bautizada Lescar, a cuyo frente se sitúa un obispo que tiene por diócesis todo Bearn, que en esta época se convierte en un vizcondado autónomo con capital en Morlaas.

Esto no le impedirá sacar tiempo para ir a guerrear al otro lado de los Pirineos, en España.

La familia real se refugia en sus posesiones trans-pirenaicas, estableciéndose en Pau y quedando Lescar definitivamente relegada a mera sede episcopal.

La catedral de Lescar es saqueada y maltratada en 1569, cuando una invasión francesa-católica es repelida por una contraofensiva bearnesa-calvinista.

De la decoración, hay dos cosas que merece la pena destacar: los capiteles historiados y el mosaico.

En cuanto al mosaico, ocupa el suelo del ábside y es una obra de arte muy original.

El burro tiene aspecto cansado y va tirando del lobo, que avanza con la lengua fuera.

Sobre el lobo aparece escrita una palabra de cinco letras cuyo significado se ignora.

A la derecha, abajo, aparece una inscripción: DOMINUS GVIDO EPISCOPVS LASCVRENSIS HOC FIERI FECIT PAVIMENTVM.

Sin embargo, no fue hasta 1929 que un sacerdote encontró las tumbas casi justo debajo del altar.

En una placa figuran los nombres de los “encontrados”, empezando por Francisco Febus (†1483) y acabando por Enrique II d’Albret (†1555).

Esta desdichada reina, traicionada por todos, renunció a su corona y acabó sus días encerrada en el cercano castillo de Orthez.

Capitel historiado.
Vista parcial del mosaico.