Guido, también buen guerrero, se convirtió en el brazo derecho del vizconde y le acompañó en casi todas sus expediciones al sur de los Pirineos.
Luego permaneció en Aragón para tomar parte en la conquista de Tudela (1119), tras lo cual volvió a Bearn.
Por ello participó en la enésima "cruzada" convocada por Alfonso I en 1134, esta vez contra la fortaleza de Fraga .
En consecuencia fue Guido el encargado de proteger la reliquia (un lignum crucis) traída por Alfonso para darle suerte en los combates.
Sus captores le arrancaron los ojos y lo liberaron sólo a cambio de un fuerte rescate.