El término "retención" e "innovación" también se aplican a formas lingüísticas como palabras, morfemas o incluso estructuras gramaticales.
Algunos ejemplos pueden aclarar la noción del grado de conservadurismo o innovación que presenta una lengua.
Así en términos estadísticos las formas escritas tienden a ser más conservadoras que las formas orales, por ejemplo la ortografía del inglés o el francés tienden a reflejar la pronunciación de estadios más arcaicos de la lengua, por esa razón la correspondencia entre la ortografía y la lengua hablada moderna es imperfecta.
Por ejemplo el búlgaro y el macedonio, dos lenguas eslavas estrechamente relacionadas, son innovadoras en la gramática de los nombres, habiendo perdido casi todos los vestigios del complejo sistema nominal de caso, pero al mismo tiempo retienen en gran parte el sistema verbal, que por otra parte se ha perdido en gran parte en otras lenguas eslavas, pero no en búlgaro-macedonio.
[8] Por otra parte el inglés usualmente se considera la lengua germánica más innovadora (en vocabulario y flexión), aunque por otra parte es mucho menos conservadora en la fonología de su sistema consonántico, reteniendo muchos sonidos como θ o ð (th) que actualmente solo siguen existiendo en inglés, islandés y escocés.