Con anterioridad, el gobierno británico había construido un pequeño recinto en la isla de la Cuarentena, que en el siglo XIX se usó solo en épocas de mucha aglomeración en el puerto.
El lazareto de Mahón [2] era y es una obra sólida y magnífica, estando bajo la dirección del mayor de los ingenieros llamado don Manuel Pueyo, y se empleó para su construcción material demolido del castillo de San Felipe.
La obra se paró en 1798 y se continuó en 1803, quedando concluidos los tres departamentos de patente sospechosa en 1807, dirigiendo la obra el ingeniero don Juan Antonio Casanova.
Una tapia de 1440 varas circundaba este edificio que tenía ocho puertas exteriores, una capilla circular en el centro del lazareto, con treinta tribunas con locutorios para oír misa los cuarentenarios, cinco torres para los vigilantes, 141 habitaciones, 7 almacenes, 120 poyos, 2 enfermerías ordinarias, y para los contagiados 5 zahumerios, 49 cocinas, etc.
Ese año sus instalaciones entran en funcionamiento y pasado un siglo deja de funcionar para, años más tarde y tras algunas remodelaciones,[3] convertirse en un escenario de reuniones, congresos nacionales e internacionales, así como un lugar para visitar, que es también una recreación de los que hubo en el siglo XIX, preservada en el islote.