Su fuente principal fue Paul Wigand (1786-1866), completada por las versiones de Jeanette Hassenpflug (1791-1860) y Johannes Prätorius (1630-1680).
[7] Érase una vez una niña, hija de una hilandera, muy holgazana que no quería hilar.
Dos días después, la Reina regresó y se sorprendió al encontrar el lino intacto.
Esa misma noche tres ancianas aparecieron en la habitación en la que se encontraba la muchacha.
Tanto la muchacha como las tres mujeres aceptaron el trato y durante toda la noche la rueca de hilar estuvo en constante movimiento.
Por la mañana del día siguiente, la Reina se acercó a comprobar si la muchacha había conseguido o no hilar aquella cantidad de lino.
Ella recordó en aquel momento su acuerdo y pidió desesperadamente que invitasen a sus "tías".