Este cuadro posee un claro contenido sexual[cita requerida], estereotipado por los cuernos con connotaciones fálicas.Detrás, en segundo plano, se encuentran dos más en plena labor.Goya recuerda en las tonalidades al joven Diego Velázquez, cuya obra el aragonés había podido estudiar en los palacios reales.[3] Las mujeres son hermosas y vivaces, cuyos enrojecidos rostros constituyen el arquetipo de la feminidad que tanto había interesado en el rococó.Ello no obsta para que el pintor se revele aquí como un colorista consumado, usa tonos vivos y alegres y las tonalidades, así como la luz, recuerdan a una escena de atardecer.