[1] La Iglesia está formada por laicos y por el clero, que está constituido por "ministros sagrados que recibieron el sacramento del orden", logrando estos dos grupos tener como miembros personas consagradas.
[4][5][6] En las Iglesias orientales, el celibato es solo obligatorio para los monjes y los obispos, estos últimos escogidos entre los sacerdotes célibes.
La Iglesia defiende que todos sus obispos (que son asistidos por los presbíteros y diáconos), debido al sacramento del orden, son los sucesores de los Apóstoles, siendo el Papa el sucesor directo del Apóstol Pedro[8] otorgándole autoridad y primacía al Papa.
El Episcopado católico está formado por obispos, que son los ministros consagrados que recibieron la totalidad del sacramento del Orden sacerdotal, siendo por eso considerados como los sucesores directos de los doce Apóstoles.
Este sistema de orden que creó Jesús evita auto-nombrados o auto-proclamados.
Los cardenales, reunidos en el Colegio cardenalicio, son los consejeros y colaboradores más íntimos del Papa, siendo en inmensa mayoría obispos.
Sin embargo, el Papa concedió lugares de miembro del Colegio a presbíteros destacados (por ejemplo, teólogos) tras superar la edad electoral, luego de que ellos se distingan "en fe, moral y piedad".
Estos patriarcas son elegidos por sus respectivos sínodos y después reconocidos por el Papa.
En total, existen en la Iglesia católica seis patriarcas orientales: En la Iglesia latina, algunos grandes e importantes obispos también reciben el título de Patriarca, a pesar de que el título sea solamente honorífico y no les dan poderes adicionales.
Para estas Iglesias, su gobierno es entregado a un Arzobispo Mayor, que también es elegido por su respectivo sínodo y después confirmado por el Papa.
[12] Entre los diferentes tipos de personas consagradas y títulos existentes se destacan: Las personas consagradas, que pueden ser laicos o clérigos, normalmente se agrupan en institutos religiosos o en institutos seculares, existiendo sin embargo aquellos que viven aisladamente o hasta en comunidad abierta, junto a los otros laicos no consagrados.