La invención de Morel

La obra, que constituye un ejemplo clásico de la literatura fantástica en idioma español, probablemente sea la más famosa entre las escritas por dicho autor.

El Fugitivo comienza un diario después de que unos turistas lleguen a la isla desierta en la cual se esconde.

[1]​ Aunque considera esta presencia un milagro, teme que ellos puedan atraparlo y entregarlo a las autoridades.

El Fugitivo espía a la mujer, llamada Faustine, y termina por enamorarse de ella.

El Fugitivo regresa al museo e investiga, pero no encuentra evidencia de que allí hayan vivido personas durante su ausencia.

En principio, atribuye toda la experiencia a una alucinación producida por envenenamiento de la comida; sin embargo, los turistas reaparecen esa misma noche.

El Fugitivo los observa desde cerca (aunque evitando tener un contacto directo) y nota otras cosas extrañas.

En la entrada final del diario, el Fugitivo describe cómo espera que su alma se transfiera a la grabación mientras muere.

Los tripulantes de un vapor que había fondeado en la isla estaban despellejados, calvos, sin uñas —todos muertos—, cuando los encontró el crucero japonés Namura.

Jorge Luis Borges escribió en el prólogo sobre la trama que no le parecía «una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta».