La guerra de los mundos (The War of the Worlds) es una película de ciencia ficción y terror estrenada en 1953, con Gene Barry y Ann Robinson[1] como actores principales.
Después de aguantar el ataque, los marcianos devuelven el ataque con su rayo calórico y su rayo desintegrador, vaporizando al ejército que lo rodeaba y yéndose del lugar.
La pareja entra en contacto con un marciano cuando la criatura abandona su máquina de guerra para investigar.
Sin embargo, el pánico masivo hace que la población se disperse del grupo y su equipaje es destrozado.
Forrester busca frenéticamente a Sylvia en las ruinas ardientes de Los Ángeles.
Después de investigar, Forrester declara que todos los invasores están muriendo.
Al igual que en el libro, los marcianos no tenían defensa alguna contra los virus y bacterias terrestres.
Luego la imagen salta a un vívido technicolor y los dramáticos títulos de crédito.
Comienza después la historia con una serie de pinturas mate en color del artista astronómico Chesley Bonestell representando planetas del Sistema solar, excepto Venus, cuya superficie apenas se conocía entonces, con un narrador explicando el entorno hostil de cada mundo, finalmente indicando a la audiencia que la exuberante y fértil Tierra azul y verde es el único mundo digno que el escrutinio marciano encuentra para su plan de invasión.
Se buscó a propósito evitar la ya icónica forma de "platillo" para ellas.
Caroline Blake escribe que la película también difiere claramente de la novela en su actitud hacia la religión, como se refleja especialmente en la representación de los clérigos: "Wells, un acérrimo secularista, retrató a un vicario cobarde y completamente poco inspirador, a quien el narrador mira con disgusto, con lo que el lector está invitado a coincidir.
En la película, en cambio, está el simpático y heroico pastor Collins, que muere como mártir.
La filmación se hizo en Corona, California, representando a la ficticia Linda Rosa, Arizona y en los estudios de la Paramount en Hollywood, Los Ángeles.
El distintivo sonido del disparo calórico de las máquinas marcianas eran tres guitarras eléctricas reproducidas al revés.
H. Weiler comentó: "[la película es] una aventura imaginativamente concebida, profesionalmente realizada, que hace un excelente uso del Technicolor, efectos especiales de un equipo de expertos y fondos impresionantemente dibujados...