La segunda falacia es la tendencia a «ordenar en escalas ascendentes variables muy complejas».Las primeras partes del libro consisten en un análisis crítico de los primeros trabajos en las bases hereditarias de la inteligencia, como la craneometría, la medición del volumen craneal y su relación con las facultades intelectuales.Gould argumenta que mucha de esta investigación estaba basada más en prejuicios que en datos científicos rigurosos, demostrando cómo en varias ocasiones investigadores como Samuel George Morton, Louis Agassiz y Paul Broca cometieron la falacia de usar las consecuencias esperadas como parte de su razonamiento.Según Gould, cualquiera de las conclusiones de estos primeros estudios, que llevaron a ordenar según el tamaño los cerebros y, por lo tanto, la inteligencia esperada, de diversos grupos étnicos, desde los negros a los blancos, pasando por los mongoles, no está basada en ningún dato científico.[4] No existen hasta el momento respuestas definitivas a esta controversia, por lo que esta parte de La falsa medida del hombre ha sido una de las más criticadas.