La bailarina del centro es Josephine Gaujelin (o Gozelin).Sin embargo, no se sentía nada atraído por las luces del escenario, si no que prefería colarse entre las bambalinas, en el foyer de la danza, donde podía representar sin artificios el duro trabajo de las petit rats de l'opéra, obligadas a ejercerlo para poder satisfacer al público cada vez que se levantaba el telón.[2] Son muchos los detalles que contribuyen a dar al conjunto un sereno realismo.Es significativo notar que en esta obra Degas no hace posar a sus jóvenes musas, sino que se limita a observarlas en silencio y las representa con toda naturalidad, «como mirándolas desde el ojo de una cerradura».El espacio pictórico, aprisionado en el corte «a tijera» del cuarto, es particularmente amplio y se expande hacia la izquierda, donde Degas elabora un doble sistema de iluminación con espejos, vidrios reflejando y aberturas luminosas.