Ante este juicio, Fidel Castro, entonces licenciado en Derecho Civil, decidió asumir su propia defensa.
Castro dijo que su alegato ante el tribunal terminó con la frase "la historia me absolverá", pero en realidad, esa frase nunca fue pronunciada, y la frase final ante el tribunal de tres jueces fue: "la historia, definitivamente, lo dirá todo", según constaba en las actas del tribunal, que desaparecieron, y en testimonios posteriores de los jueces.
Durante su estancia en prisión, añadió muchos párrafos a su alegato original y lo mejoró.
La Historia me Absolverá, fue publicada por sus seguidores, y se convirtió en el manifiesto del Movimiento 26 de Julio.
Sin embargo, todos los rebeldes, incluido Castro, fueron puestos en libertad tras una amnistía concedida por Fulgencio Batista en 1955.